Somos tan limitados que…
Somos tan limitados que, en realidad, nada nos lo debemos a nosotros mismos. Y si nada lo podemos tener por propio, es que, en realidad, hemos de vivir-nos como si lo fundamental lo estuviéramos recibiendo.
Y si se nos regala lo esencial, es que, en realidad, cuanto queda más allá de nuestras limitaciones -el otro, la gente, el mundo- está ahí para socorrer nuestra pequeñez. Y si todo quiere aproximarse a nuestra fragilidad, es que, en realidad, la soledad no es nuestro destino…, ¡por muchos límites que nos aíslen!